Hijos, lo que el mundo está viviendo es porque los corazones han cambiado, la envidia y la codicia han transformado vuestros corazones. La humildad la habéis olvidado, la habéis pisoteado. El amor lo habéis transformado en odio inmenso, en el cual el Espíritu Santo no puede actuar. Es tan grande la muralla que ponéis, que cuesta llegar a esas almas. Hay una sola forma para que el mundo cambie y esa es pedir a Dios que se manifieste como ÉL sabe hacerlo, apelando a su Misericordia; la Misericordia del Padre es Tan Grande que puede cambiar una piedra en una flor. Y, así debéis pedir mis hijos, que Dios cambie los corazones duros de esta humanidad en algo que pueda ser moldeado. Intentemos mis hijos, pedid y Dios os concederá. Os amo.
Shalom
Myriam