¡Ave María Purísima! ¡Sin Pecado Concebida!
Hijitos de mi Corazón, os doy la bienvenida en esta tarde muy triste para muchos de vosotros, pero como mamá vengo a consolaros, para traer el consuelo de una Madre que intercede ante las súplicas de todos vosotros ante el Padre Dios. Nunca habéis estado solos y siempre estaréis acompañados por mí y pendiente de cada una de vuestras súplicas, especialmente en estos tiempos en que se requiere más oración, más penitencia y sobretodo humildad en vuestros corazones.
Recordad que el Padre Dios mira al fondo de vuestros corazones sinceramente, y lo que más mira, es una verdadera conversión, la conversión es lo más importante en este tiempo, porque se avecinan tantos tiempos difíciles y si vuestra Fe es débil, no podréis seguir adelante, la conversión debe ser firme, aunque vengan terremotos y vientos y tempestades en vuestras vidas, vuestra Fe no se puede mover, para eso vengo Yo a fortaleceros en todo momento, como Madre del Cielo os digo: seguid adelante, haced caso a lo que el Padre Dios os invita. Yo sé que muchos de vosotros extrañáis la Santa Eucaristía, pero recordad que al cerrar los ojos y al estar en gracia de Dios, la podéis recibir místicamente. El Padre Dios entiende todo lo que está sucediendo en estos momentos, pero no por eso El va a dejaros de lado, si no habéis podido tener comunicación con El, sólo os pide fidelidad y ser fidedignos en vuestras conversiones.
Hijitos, en este tiempo de tanto dolor y sufrimiento y de tanta pérdida, Yo como mamá y Madre del Consuelo y Madre del Dolor, atesoro todos vuestros sufrimientos y los llevo en mi Corazón para poder ponérselos a los pies del Padre Dios; gracias a El que me permite venir a esta humanidad, a poder llevar paz al mundo entero.
Ya queda tan poco tiempo para las manifestaciones, que Yo me voy despidiendo poco a poco de cada parte donde me he presentado; ya pronto partiré de Medjugorje, y después le tocará a Chile, después me despediré de Chile. Recordad, que he estado con vosotros por muchos años y el lazo de amor que hay entre una madre y sus hijos es inmenso, eso nunca terminará, aunque pasen los siglos y siglos. He confiado en vosotros y he podido labrar un vínculo de amor y de ternura entre vosotros, y he esperado que la humanidad vaya creciendo en una fe ardua y que la luz de esperanza que haya en el futuro, sea una verdadera luz y una nueva Iglesia renovada en Cristo Jesús.
Amad y atesorad a vuestros hijos y a los ancianos y a vuestros padres atesoradlos, porque llegará un momento que no los tendréis, es ahí cuando uno se siente solo y cuando aún no tenéis a Dios, aún más solos os sentiréis. Amad a Dios por sobre todas las cosas, porque El es el tesoro más grande que podéis atesorar en la tierra, la riqueza más grande que podéis tener, porque sin Dios no hay vida, y si la vida la vivís y no tenéis a Dios, nada os llenará, en el fondo, siempre andaréis en la búsqueda de cosas y del conocimiento. El mejor conocimiento de esta vida es ser humildes de corazón, caritativos y entregados a la oración, todo se dará por añadidura.
Sed valientes mis pequeños, sed gladiadores como os dije, y ved hacia adelante, que vendrá un gran futuro, pero depende mucho de vosotros que sea una conversión verdadera.
Cuidad a los más pequeños que han llegado a este mundo, porque de ellos será el Reino que quedará, de ellos vendrá la semilla de amor y de paz que puso el Señor en vuestros corazones.
Hijitos míos, os amo y doy gracias por esta concurrencia y por permitirme venir a vuestras vidas, y Yo os doy las gracias por atender a mi llamado.
Shalom, mis pequeños, os espero el próximo mes. Shalom Madre, gracias.
Myriam